Por Guillermo Sánchez
La MLB viene haciendo ajustes en los últimos años para acortar los partidos, desde los tiempos en las visitas al montículo, pasando por los breaks entre lanzamientos de los pitchers o colocando un jugador en segunda en extrainnings, aunque esta última no fue muy bien vista y ya dirá adiós.
Pero lo que no podemos retrasar es que un turno al bate se haga lo suficientemente largo, esto depende la astucia del bateador para mantener a raya al lanzador o viceversa.
En la historia de la MLB hemos vistos varios de estos casos: Bartolo Colón lanzó 20 pelotas en una oportunidad para ponchar a Ricky Gutiérrez, Matt Clement por su parte perdió la batalla ante Alex Cora cuando este conectó un jonrón tras 18 lanzamientos o la combinación de Brandon Belt y Jaime Barría en el turno más largo de la MLB que fue de 21 lanzamientos y 13 minutos de duración en 2018.
¿Quién no recuerda lo tardío de Nomar Garcíaparra para entrar a la caja de bateo o el tiempo de Pedro Báez entre lanzaiento y lanzamiento?
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Pero ninguno de ellos, incluso ni todos juntos, podrían emular lo que sucedió en un partido de béisbol en Cuba en 2008.
Era Nochebuena en Sancti Spíritus, esta noche había juego de béisbol, específicamente de la Serie Nacional de Cuba y el Estadio José Antonio Huelga estaba a todo su esplendor. ¿Algo mágico se venía?
El abridor de Sancti Spíritus, Yoharisleibis Panamá, presentó problemas desde el inicio ante Industriales, un doble y dos bases por bolas, llenando así las almohadillas. Juan Castro, dirigente del equipo ya había jugado un partido antes y quizás no estaba de mucho humor o estaría agotado, sacó al lanzador por el relevista Jorge Luis Pérez, la cosa se pondría peor, permitiendo hits y bases por bolas para colocar el juego por tres carreras de desventaja.
This ballpark is lit by the aliens from War of the Worlds pic.twitter.com/EXzaUaJu1q
— Matt Monagan (@MattMonagan) December 11, 2020
Viendo esto, frustrado y molesto, Castro salió una siguiente vez al montículo para sacar a Pérez, ahora sustituido por Dany González. Pero había un problema: En la Liga Cubana los árbitros solo permiten que 26 de los 27 jugadores inscritos vean participación en un encuentro. González era el jugador número 27.
Quizás por toda la molestia generada en los últimos minutos del juego, Castro no se dio cuenta de ello, pero ya era tarde. González ya había entrado y por el reglamento de la liga, debe lanzar al menos una pelota antes de ser retirado. Luego de ello, el juego se colocaría bajo protesta y pase lo que pase Sancti Spíritus perdería el encuentro. El gerente de Industriales, Germán Mesa, estaba al tanto de ello y salió a protestar.
Castro, por su parte, pensó: ¿Qué hago? Pues no tenía mucho que hacer, todo estaba enterrado. O bueno si, podía retrasar el encuentro.
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Juan detuvo el encuentro por 85 minutos buscando un milagro, una lluvia de meteoritos, un tsunami o un grupo de dinosaurios hambrientos que se comieran el estadio completo con toda la gente allí, al final prefería eso a perder el juego de una manera tan bochornosa. ¡Oh Juan, es Nochebuena!
Como escribe Matt Monagan de MLB.com, no hubo relatos de lo que realmente sucedió durante los 85 minutos. ¿González se destacó allí? ¿Él tomó una siesta? ¿Se paró Castro en la parte superior del dugout con los brazos cruzados, mirando al manager contrario? ¿Qué hicieron los fanáticos?
Pero bueno, al final, Castro miró al cielo y notó que no se acercaban los meteoritos; volteó a los lados y tampoco observó dinosaurios y lo aceptó, dio la orden a González que ponchó a David Martínez con tres lanzamientos.
Según los informes, el episodio duró 30 minutos más, Industriales anotó 11 carreras y se llevó el encuentro, de igual forma, 11-4. Igual era inevitable, el reglamento daba por perdido a Sancti Spíritus.
La historia es un recordatorio para todos ustedes, los directores de béisbol, de que deben recordar seguir las reglas. Y si no lo hace y lo atrapan.
¡Feliz Año 2023 a todos ustedes!