Por Reynaldo Cruz
Cuando se supo a través de varios medios que el fanático que capturó la pelota con el cuadrangular número 700 de Albert Pujols se quedaría con ella, muchos pensaron que el aficionado se había sacado la lotería. Y no era para menos, cualquiera que ame el béisbol se sentiría honrado de tener un souvenir de este tipo, más si se trata de un hito que han logrado apenas otros tres peloteros en la historia de las grandes ligas.
Sin embargo, el suertudo Marlowe Leal (quien atrapó el bambinazo 700 del legendario jugador de los St. Louis Cardinals en el Doder Stadium) sencillamente tenía otras ideas. Por muy atractivo que haya parecido quedarse con la pelota, la cantidad de dinero que de seguro le ofrecieron era mucho más llamativa, y la esférica terminó subastándose a través de Golden Auctions por la atractiva suma de 360 mil dólares, según reportó en la cuenta de Twitter The Collectibles Guru.
Albert Pujols’ 700th HR ball just sold for $360,000 at @GoldinCo. pic.twitter.com/bE1yS09iZX
— The Collectibles Guru (@ericwhiteback) November 6, 2022
Resulta curioso que alguien haya dado por una pelota una cantidad de dinero que perfectamente podría significar el salario de un año de un trabajador de cualquier tipo.
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Si bien muchos podrían haber criticado el hecho de que el fanático no devolviera la pelota al gran toletero para que la conservara o la donara al Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown, no existen reglas específicas para manejar este tipo de eventualidades. La realidad es que en otro contexto y en otra época, una actitud de este tipo se habría visto de otro modo, pero con el precio de las entradas a los estadios y las concesiones, lo más justo es que quienes realmente pagan el salario de los peloteros tengan, aunque sea de manera efímera, la posibilidad de tener algún tipo de retribución.
Pese a que muchos fanáticos del béisbol, incluso con pocos ingresos, habrían devuelto la pelota, nadie—mucho menos las corporaciones que manejan los equipos—tiene la autoridad moral para criticar a Leal. Después de todo, quién sabe cuántas veces pagó las entradas a los estadios y los caros precios de las concesiones antes de que el bambinazo 700 de The Machine llegara a sus manos. Y si hubiese tenido la suerte de que era esa una de las pocas veces que lo hacía, pues mucho mejor, porque significa que el esfuerzo que debió hacer para encontrarse en el sitio fue mucho mayor.
Respecto a Albert Pujols, ha demostrado que esas cosas no le interesan mucho. De hecho, cuando sobrepasó a Alex Rodríguez para ocupar el cuarto puesto, solamente detrás de Barry Bonds, Henry Aaron y Babe Ruth, cuando decidió que Samantha Brown, quien capturó el batazo justo en el aniversario de la muerte de su padre, conservara el souvenir porque significaba más para ella que para él.