Por Yasel Porto (Tomado de su grupo de Facebook)
Aunque países como Dominicana, Venezuela, Cuba, Puerto Rico, México, Panamá, Japón, Nicaragua, Canadá, Corea del Sur y Holanda con sus dependencias caribeñas, han tenido el peso en cuanto a presencia foránea en las Grandes Ligas, más de una veintena de naciones se han visto representadas a pesar de que muchas veces se ha tratado de sitios con muy poca o ninguna tradición.
En no pocas ocasiones se ha dado el caso de jugadores nacidos fuera de Norteamérica pero que han emigrado junto a su familia con una edad lo suficientemente prematura para comenzar el desarrollo de la pelota convirtiéndose algunos de ellos en figuras estelares.
Pero ese no fue el caso del primer nacido en Filipinas que llegó a las Grandes Ligas, cuyo vínculo con Cuba es tan cercano como poderoso.
De no haberse tomado la decisión el pasado año de considerar a las Ligas Negras como parte oficial de MLB, se segaría mencionando a Chounard y Espinelli como los únicos miembros de la lista de filipinos en la MLB. Sin embargo, la unificación de estos circuitos independientes al llamado béisbol organizado con 1920 como punto de referencia, convirtió al lanzador Claudio Manela en el primer «big leaguer» del grupo.
Este zurdo nació el 12 de abril de 1894 en Cavite City, y sus primeros pasos en el béisbol fueron en la propia Filipinas. Aunque muchos subvaloran con toda razón la calidad de la nación del sureste asiático por sus pobres resultados internacionales, un campeonato aunque popular en lo interno sin nivel profesional (es semipro desde 2007) y una producción limitada de talentos a ligas de envergadura, este país llegó a ser por mucho tiempo la gran potencia del continente.
La ocupación estadounidense tras la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana de 1898 hizo que como sucedió en Nicaragua, Japón, Taiwán, Corea del Sur o Islas Guam, la presencia militar del país que inventó y mejor potenció el béisbol posibilitó que la semilla sembrada creciera lo necesario para erigirse como un fenómeno social.
Y en medio de todo ese movimiento creciente en Filipinas apareció Manela, capaz de sobresalir por encima de los demás para ser admitido en las dos naciones líderes de la pelota en el mundo en esa década del veinte. Su arribo al béisbol profesional estuvo precedido por su participación con el ejército norteamericano en la Primera Guerra Mundial mientras cumplía el servicio militar.
Fue 1921 cuando se produjo su debut profesional, siendo también su año más importante. Se convirtió en uno de los abridores principales de su equipo, con 17 aperturas de los 22 encuentros que trabajó, dejando un registro de 4-10 con 4.19 de promedio dentro de la National Negro League. Y aquí entra precisamente su vínculo con Cuba que hacer justo honor al título de este trabajo.
El tema es que el proceder de un lugar que si bien tenía un fuerte movimiento beisbolero no contaba con una tradición de jugadores en la pelota profesional, hizo dudar a los equipos de estas Ligas Negras que se toparon con Manela. Pero apareció el empresario habanero Abel Linares, quien decidió sumarlo a los Cubans Stars que esa temporada se mudarían a Cincinnati.
Este club estaba conformado casi en su totalidad por peloteros nacidos en Cuba y junto al que dirigía empresarialmente Alex Pompez (también se llamaban Cuban Stars) eran los únicos equipos no estadounidenses dentro de los circuitos independientes para mestizos y negros.
A pesar de sus rasgos asiáticos Manela parecía un cubano más (le decían el chino cubano), y de hecho como sucedió también con el panameño Oscar Levis mucha gente los identificaba como cubanos, y con el paso de los años no pocas publicaciones lo situaban como parte de los nacidos en la isla caribeña que participaron en las Ligas Negras con los míticos Cuban Stars o los New York Cubans. Eso sucedió entre otras cosas porque estos equipos tenían muy pocos extranjeros además de que Claudio hablaba perfectamente el español lo reciente del fin de dominación de España a Filipinas y el castellano todavía se encontraba bien arraigado en la mayoría de los habitantes de una nación que con el tiempo adoptó el inglés como su idioma oficial y más difundido.
Ese mismo año de 1921 Manela viajó a Cuba invitado por Linares para participar en la Liga Profesional de la Isla. A pesar de sus diez fracasos el magnate que también conducía los hilos del campeonato más fuerte del mundo más allá de Estados Unidos confiaba en el talento de l hombre de 27 años. No es de dudar que su condición un tanto exótica por su lugar de origen pudo haber sido un elemento que también tuvo en cuenta Linares, quien sobresalió siempre por mejorar sus negocios dentro del béisbol con iniciativas que combinaran exclusividad, atractivo y novedad.
Pero Claudio se quedó en perspectivas y en haber sido el primer filipino en el béisbol profesional y ya también dentro de las Grandes Ligas, además de haber sido el único en muchas décadas en trascender más allá del contexto del archipiélago asiático. En 1922 se desconocen todavía sus números en la Eastern League con Hartford y su última actuación registrada en cuanto a temporada fue en 1925 otra vez con los Cuban Stars sin ir más allá de una aparición sobre el montículo, permitiendo cinco carreras en 4.2 innings.
Lo poco que registró como bateador fue bastante positivo. En esa campaña de 1921 conectó cuatro jonrones y compiló para 279 según los números de Seamheads Negro Leagues Database. El propio sitio señala que fue conocido como “Mike”, aunque de este detalle no se han encontrado más referencias.
Después de ese año no se supo nada más de su vida deportiva. Su escasa participación después de su año de debut más su desconexión total con el terreno de juego quizá se haya debido a una lesión o algún tipo de enfermedad. Lo que sí se conoce es que se quedó a vivir un tiempo en Cuba y luego en Estados Unidos hasta que murió en noviembre de 1975 con 81 años de edad en Newark, estado de Nueva Jersey.
La última vez que se le dedicó algo fue un cuadro del artista LeRoid David a propósito del centenario de las Ligas Negras el pasado año 2020.
A diferencia del idioma y otros componentes socio-culturales, el béisbol en Filipinas no logró la fuerza suficiente en comparación con ciertos vecinos, y poco a poco fue eclipsando el ímpetu beisbolero que se produjo en las primeras décadas del siglo XX. Fueron campeones de la primera justa asiática efectuada en 1954.
La falta de una liga profesional y el rechazo cada vez mayor por la influencia norteamericana, conjuntamente con el desarrollo vertiginoso en otros países del área y del mundo, parte de los factores de peso para que a partir de los años sesenta Filipinas comenzara a desaparecer como potencia al menos continental.
Su debut en Campeonatos Mundiales fue en el año 2001 pero poco pudieron hacer, incluyendo como es lógico su primer enfrentamiento contra un equipo Cuba con el que perdieron 21×0. Fueron últimos de la cita y perdieron hasta con Rusia.
A nivel asiático salieron desde hace tiempo del cuarteto tradicional y lo más cercano que se ha sabido de los filipinos más allá de Asia ha sido su incursión infructuosa en las eliminatorias a los dos últimos Clásicos Mundiales.
Y sobre nombres como Bobby Chounard, Geno Espinelli y Tim Tebow, los tres difieren con Manelta en que si bien nacieron en Filipinas su desarrollo socio-deportivo fue en Estados Unidos. Los primeros llegaron a Grandes Ligas aunque sin mucho ruido, mientras el exquaterback de la NFL estuvo a un paso de lograrlo. Por cierto que tanto Tebow como Espinelli jugaron las eliminatorias al último Clásico Mundial precisamente con su país de nacimiento.
La figura más destacada de Grandes Ligas con lazos con Filipinas ha sido el otrora pitcher estrella de los Gigantes de San Francisco Tim Lincecum a través de toda su familia materna, procedente de una de las zonas que más se ha practicado el béisbol como lo es Cebú. Otros retirados o en activo dentro de MLB con ascendencia filipina han sido Josh Bartlett, Benny Agbayany y Clem Rapad.