Por Clemente Correa / contacto@swingcompleto.com
Reza un viejo axioma beisbolero que el pelotero se hace jugando al béisbol y quien lo manifestó, está demostrado, no sé equivocó. Por muchos años, algunas provincias, mantuvieron dos equipos al máximo nivel dentro de los torneos élites domésticos para poder desarrollar nuestro deporte nacional y que los talentos no se perdieran.
En aquellos tiempos se repetia hasta el cansancio, como una expresión retórica, la consigna «el deporte es derecho del pueblo» ahora en honor a la verdad solo queda la frase.
Coincidió una época en la que Cuba gozaba de una salud enviadiable en su pelota y mantenia un núcleo de jugadores de calidad, compitiendo con la única aspiración de formar parte de la selección nacional, la cual solo la integraban máxime 24 peloteros (en ocasiones menos, 18 o 20 atletas), pues necesitábamos entonces que nuestros peloteros tuviesen chance de jugar dentro de la isla para que no pensaran hacerlo fuera de ella.
Esto fue una solución que en su momento todos apoyaron. Varios años permaneció esta filosofía hasta la llegada, en 1976, de la división política administrativa donde solo los territorios de más desarrollo y mayor extensión, pudieron conservar sus «sucursales» aunque es válido acotar que en esos tiempos no existían comúnmente los traspasos de jugadores aunque fuesen de una misma provincias.
Metropolitanos surgió en la temporada (1974-1975) y se ganó el respeto de todos a base de combatividad y buenos resultados. En sus primeras siete campañas alcanzaron un subcampeonato (1976), dos terceros lugares, un quinto y un sexto peldaño.
Con la llegada de la estructura de 90 desafíos al béisbol cubano, solo sobrevivió, de todas estas «franquicias» los rojos de Metropolitanos, fundamentalmente por la necesidad de llevar a 16 la cantidad de equipos, y como es lógico, la otrora Ciudad de la Habana era la urbe donde más campos de pelota existían, donde más técnicos calificados habían, entre otros elementos que se manejaron para mantenerle el privilegio, a la capital de todos los cubanos.
Fue así que surgieron durante más de dos décadas atletas con condiciones excepcionales salidos de sus filas: Armando Capiró, Rodolfo Puente, Rey Vicente Anglada, Pablo Miguel Abreu, José Modesto Darcourt, Reynaldo Ordoñez, y otras figuras, que luego brillarían en nuestros terrenos.
Dieron sus primeros pasos con esta selección y fueron nombrados novatos del año, Eladio Iglesias (1976), Jorge Milián (1982), Rafael Gómez Mena (1983), René Espín (1992), Yasser Gómez (1998), Yoandry Urgellés (2000) y Yusef Amador.
Si por capricho de alguien, con una marcada mala intención, no hubiesen eliminado a Metropolitanos, no tuvieran que emigrar cada año, una buena cantidad de jugadores, nacidos en La Habana, a otros territorios.
Ejemplos sobran y solo citaré algunos de los más recientes: Jorge Tartabull, Jorge Enrique Alomá, Dayron Blanco, Yhosvani Peñalver, Alberto Calderón, Jorge Luis Barcelán, Adrian Sosa y Javier Camero, los cuales en su momento necesitaron acumular, para redondear su formación, y dar el salto cualitativo acorde a su calidad, una determinada cantidad de turnos al bate, cuando nos referimos a los jugadores de posición, y de inning lanzados en el caso de los lanzadores y no pudieron tenerlos.
Varios de esos atletas se marcharon a otras provincias y nunca más regresaron, otros han sido recibidos de vuelta, y lo peor, algunos determinaron abandonar la isla al no encontrar la posibilidad de ver hechos realidad sus sueños de jugar a la pelota.
El propio Calderón cedió una entrevista a SwingCompleto en nuestro canal de YouTube (que le dejamos al final de esta nota), donde se quejó de esta situación y mencionó la ausencia de Metropolitanos, que en gran medida ha conducido al «relajo» del traspaso incontrolable de equipo en equipo.
Entonces hay que preguntarse ¿quién toma estas decisiones y con qué objetivo lo hace? para poder determinar, con claridad, quienes son los verdaderos enemigos del desarrollo en el béisbol cubano.