Por SwingCompleto / contacto@swingcompleto.com
La Ciudad Deportiva ha sido el mayor epicentro beisbolero de Cuba desde hace décadas a partir de la cantidad de terrenos regulares e improvisados que han servido para hacer coincidir al mismo tiempo ligas o “pitenes” como ningún otro sitio en toda la isla. Incluso hasta la propia Serie Nacional y eventos internacionales auspiciados por el máximo organismo mundial han encontrado espacio en el conocido estadio “Santiago Changa Mederos”.
La degradación de algunos terrenos, así como el poco interés manifiesto junto a la falta de implementos primero y luego la situación con la pandemia, hizo alejar considerablemente la actividad que tuvo este gigantesco lugar situado en el corazón del municipio Cerro y de La Habana, rodeados por las muy transitadas calles de Vía Blanca, Boyeros, Santa Catalina y Primelles.
Todo eso pudiera cambiar en un futuro a mediano plazo con una idea que se antoja positiva para el desarrollo del béisbol, tan buena como ambiciosa y ahí radica su mayor problema. Y es que en una Cuba con tantos problemas económicos pensar en un proyecto como la “Escuela Nacional de Béisbol” con todas las de la ley hace que de la teoría a la realidad haya un largo trecho.
Este sueño viejo de muchos ahora tiene en el conocido y no menos polémico técnico oriental Franger Reinaldo a su principal motor impulsor. Según referencias cercanas al laureado manager en las ligas cubana y panameña, éste ha diseñado un proyecto escrito con todo lo necesario para desarrollarlo. No hablamos de dinero, sino de las utilidades de cada área junto a la manera de implementar el mecanismo.
Dentro del INDER ha habido una buena aceptación a lo conformado por Franger dentro de una Ciudad Deportiva con las condiciones más propicias para materializar algo que tanta gente ha demandado por décadas.
Ubicación, infraestructura y tradición son los tres aspectos principales, junto a la cercanía a la dirección nacional de Deportes y hasta de la sede de la Comisión de béisbol y su Federación, que es lo mismo que decir al estadio principal de Cuba, el Latinoamericano. También tiene ahí mismo otros lugares que tendrían relación directa con este centro como la Universidad de Deportes y la Industria Deportiva.
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El objetivo es reacondicionar todos los terrenos y mejorar sus condiciones, además de crearse nuevas áreas que permitan realizar otras actividades afines, además de una mejor comodidad y opciones para quienes estén conectados con la escuela de una u otra forma.
Es válido aclarar que la zona donde están las canchas de fútbol no solo se mantendría prestando servicio, sino que también se mejoraría para fortalecer el trabajo en las categorías menores de esta disciplina.
No pretendemos pecar de pesimistas y con ellos echar las esperanzas a la basura, pero como señalamos desde el titular, una idea como esa requiere de un presupuesto que la Cuba de hoy necesite emplearlo en otras cosas más importante incluso de la vida social más que la deportiva. Claro está, hablamos de cumplir con el proyecto de punta a cabo, pues la otra sería reducirle un porciento de pretensiones al mismo que indiscutiblemente puede dar al traste con muchas cosas.
Si bien hay un refrán que dice que en la vida antes de caminar primero hay que gatear, que todo es poco a poco, también hay otro muy real: “las cosas se hacen bien o no se hacen”. Y en Cuba sobran los ejemplos de obras que han fracasado por llevarlas a cabo renunciando a ciertas necesidades.
Tal vez y ese presupuesto asignado al INDER por el régimen cubano y del cual saldría el dinero de esta Escuela de Béisbol, no tenga nada que ver con el que se precisa para comprar los productos básicos de la población. De la forma tan particular que se manejan las finanzas internas, la moneda nacional y la llamada MLC, cualquier cosa es posible.
Solo queda esperar entonces, cuándo no cuando se trata de iniciativas en una Cuba tan problemática, pero hacerlo eso sí con los pies puestos en la tierra que nadie se puede sorprender si dentro de un tiempo tenemos que escribir una nota diciendo que no hubo dinero para eso, que solo se aprobó para hacer un porciento determinado, o que como tantas cosas allá (el Museo del Deporte por ejemplo) que parte del presupuesto se fue por otro camino. Ojalá nos equivoquemos y tanto Franger como quienes lo acompañan en este empeño materialicen sin grandes contratiempos algo que es real no salvará al béisbol cubano de muchas de sus principales dificultades, pero al menos intentará mejorar otras que hoy mismo han llegado tan abajo que ya visualizan el fondo del mar.