El otro escándalo de fugas del béisbol cubano fue protagonizado por la dirección del equipo

Por Swing Completo

En cuanto a número, lo sucedido con la selección de Cuba en el Campeonato Mundial Sub-23 de México no ha tenido paralelos en la historia del béisbol cubano. De hecho, el total de 12 (50 % del roster) superó por amplio margen el total de cinco jugadores que dejaron a un lado a Industriales en el Clubes Campeones de 1996 con asiento también en el país de los mayas y los aztecas.

Sin embargo, el otro gran escándalo de una delegación beisbolera, especialmente por la responsabilidad de los “desertores”, fue a su vez el primer caso de deportistas quedados después de 1959. De eso hizo en abril pasado exactamente 60 años.

Aquel suceso aconteció al término del Campeonato Mundial celebrado en la ciudad de San José, capital de Costa Rica, donde si bien lo que se encargó de hacer trascender la prensa cubana desde ese momento y en los años posteriores fue el triunfo invicto de aquel conjunto mientras se producía la lucha en Bahía de Cochinos junto a otras problemáticas en la sede, hubo un acontecimiento totalmente del que a día de hoy prácticamente nadie habla.

Cuando se hace referencia a la génesis de los jugadores que han abandonado delegaciones deportivas o de béisbol en particular, salen a relucir nombres como Roberto Urrutia o René Arocha, cuando mucho antes que ellos, tan temprano como 1961, ya se habían producido este tipo de hechos.

Lo llamativo del tema es que por única vez no fueron los jugadores sino un buen porciento de la dirección, incluyendo a su figura principal, el controvertido Clemente “Sungo” Carreras, quienes tomaron un camino diferente al tener que volver a Cuba. Ellos junto con el jefe de prensa renunciaron a regresar a la Isla cuando finalizó el certamen ganado por Cuba de manera categórica (9-0).

Fue el preparador físico Juan Ealo quien quedó como responsable del grupo de peloteros en el que resaltaban nombres como Pedro Chávez, Antonio González, José Miguel Pineda, Alfredo Street, Urbano González y Ricardo Lazo, más los futuros big leaguers Rigoberto “Tito” Fuentes y Dagoberto “Bert” Campaneris.

Estos dos últimos solo viajarían a Cuba de forma temporal, pues el Mundial de Costa Rica les sirvió de show case para ganar un contrato profesional, el cual también lograron Pineda y Enrique Pérez Chaviano, aunque estos decidieron quedarse en el país sin que pudiera actuar más nunca como pitcher por su firma como atleta rentado.

Meses antes de este campeonato ya se había jugado la última liga profesional en Cuba (1960-61) y junto a los acontecimientos socio-políticos que vivía el país en aquel momento y la mentalidad netamente profesional de muchos miembros de la dirección es evidente que sus aspiraciones futuras se verían muy limitadas.

“Sungo” era uno de los entrenadores que más respeto generaba en aquellos tiempos independientemente a su fama de tener relaciones bisexuales en la alta sociedad habanera, lo cual le permitía acceder a cualquier sitio elitista pese a ser negro.  Era un “tipo duro”, capaz de enfrentarse a cualquiera con las manos y con las armas, y hasta con vínculos con algunos de los mafiosos norteamericanos más notables que hacían vida y negocios en la Isla.

Después de haber sido pelotero de cierto rango dentro de la liga profesional cubana y las Ligas Negras, fue uno de los managers más exitosos en la década del cincuenta. Ganó el Mundial de 1952 celebrado en La Habana y llevó al Almendares a su último título en la justa criolla en 1958-59, repitiendo la victoria en la Serie del Caribe de Venezuela.

Tras quedarse en Costa Rica en 1961, Carreras dirigió en México, Nicaragua, España y Puerto Rico, convirtiéndose en una de las figuras más influyentes en esos lugares. Tan es así que el tiro que le dio en la rodilla a su discípulo Juan Delís cuando dirigía en la liga mexicana en 1964 (lo sacó de por vida del juego activo), solo le trajo una sanción deportiva.

Años después se convirtió en scout de Grandes Ligas y en 1974 él y Napoleón Reyes trataron de firmar en Venezuela a Rey Vicente Anglada y Juan Pérez Pérez cuando trabajaba para los Tigres de Detroit.

Lo único que ha aparecido hasta hoy sobre su decisión de quedarse en el Mundial de 1961 fue una entrevista a la prensa escrita de la entonces Nicaragua somocista en la que cuando le tocaron lo relacionado con el tema de su país, entre las cosas que dijo estuvo la referencia al paso que dio en San José. Dijo que si él viraba a Cuba iba a terminar preso por terminar matando a Llanusa y a unos cuantos dirigentes comunistas más. José Llanusa fue el primer Presidente que tuvo el INDER y fue una persona totalmente opuesta al profesionalismo y los peloteros que lo habían practicado o se mantenían en activo.

En aquella ocasión fueron cinco los miembros de la comitiva cubana los que se despidieron de su patria desde la distancia.  En realidad, lo impactante de aquel suceso no fue el total sino el tratarse de la mayor parte del cuerpo de dirección, algo que más nunca se ha repetido al menos con el manager de un equipo de béisbol de la mayor de las Antillas.

Un año después en los Centroamericanos de Kingston, Jamaica, el mejor lanzador de la I Serie Nacional, el zurdo matancero Manuel “Amorós” Hernández, se convertiría en el primer pelotero y deportista cubano en general que abandonaba una delegación internacional.

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