ESPECTACULAR evolución de Jorge Soler: cómo se convirtió en un mejor bateador

Por Juan Páez

Si usted tiene que apostar por un jugador cubano en el largo plazo, hágalo por Jorge Soler. Lo del bateador designado de los Reales de Kansas City no es cuento, no es cuestión de suerte, ni algo de un simple “año bueno” en 2019. La evolución del capitalino es constante desde que llegó a los monarcas, en 2017, y todo indica que sigue mejorando cada día en la caja de bateadores.

Soler dio 48 jonrones el año pasado para liderar la Liga Americana. En 2019, solo Pete Alonso (Mets) lo superó en cuadrangulares en las Grandes Ligas. Este año parece que no será la excepción, pues en solo 16 compromisos disputados acumula cinco pelotas fuera del parque, incluyendo las dos que mandó a volar este sábado. Pero ¿qué hay detrás de esto? ¿Cómo el antillano pasó de ser un bateador del montón a ser uno de los sluggers más temibles del joven circuito?

Todo indica que apenas fue adquirido por Kansas City, quizás estos empezaron a ayudarle en su swing y rápidamente hizo ajustes que fueron haciéndose notar año tras año.

Lo primero que hizo fue dejar de tener un swing tan “uppercut”, esto es de abajo hacia arriba. Los peloteros suelen decir que los jonrones llegan solos, sin buscarlos, y parece que esta fue la filosofía que adoptó Soler, cuya fuerza es incuestionable. Su ángulo de salida (launch angle) era de 19.6º en 2017, pero fue disminuyendo hasta situarse en 15.5º el año pasado. Tal ajuste quedó para la posteridad en Soler, pues en 2020 se mantiene en 15.4º.

Cuando en 2017 ese ángulo de salida estaba en 19.6º, era normal esperar muchos elevados incapaces de hacer daño si el bateador no es disciplinado, como el caso de Jorge. Efectivamente, el 14.8 por ciento de sus conexiones ese año resultó en flies al cuadro, pero ese número fue bajando a 13.2 % en 2018, 8.8 % en 2019 y 5.6 en el presente torneo.

Una de las mejores cosas para Soler es que su nuevo balance le permite pegarle con mucha más fuerza a la pelota. Su velocidad de salida en 2017 fue de 89 millas por hora, un número que si bien no es malo, tampoco es impresionante. En 2018, mejoró a 89.5 MPH, pero en las dos últimas campañas se ubicó entre los mejores del big show: con 92.6 MPH y 94 MPH en lo que va de año. La gráfica a continuación señala la evolución del isleño en este departamento…

Su porcentaje de conexiones fuertes (calculado por Baseball Savant en base a las pelotas conectadas a 95 millas por hora o más) en 2017 fue de 34.4 %, un número que ascendió a 41.3 % el siguiente año y a 50.1 % en 2019. En esta temporada, se mantiene en 50.0 %.

Soler sabe dónde darle a la pelota para descoserla. Su porcentaje de barrels (pelotas bateadas a una velocidad mínima de 98 MPH y con un ángulo de salida entre 26 y 30 grados) pasó de 6.6 % en 2017 a 10.3 % en 2018, a 16.9 % en 2019 y 18.4 % en 2020. En los dos últimos años se ubicó entre los mejores en todas las Grandes Ligas en esta casilla. En pocas palabras, son pelotas con una altísima probabilidad de caer en territorio de nadie, gracias a su velocidad y a su altura.

Otra cosa importante es que Soler dejó de fallar con tanta frecuencia. En 2018, su porcentaje de swings fallidos entre todas las veces que le tiró a la pelota, fue de 15.4 %, lo que es lo mismo a decir que no tuvo éxito en 15 de cada 100 swings. Ese número bajó este año a 12.2 %. También dejó de ir a buscar pelotas fuera de la zona de strike a una tasa tan alta, como lo dice la siguiente imagen:

En cuanto a los pitcheos vistos, también era muy fácil librarse del cubano con pitcheos rompientes. Su porcentaje de slugging fue de .200 ante ellos en 2017. Pero ha ido mejorando con los años. Ese slugging pasó a .321 en 2018, a .439 en 2019 y a .722 este año. Obviamente, ese .722 es insostenible, pero indica que se mantiene una mejoría progresiva.

Este leñador llegó para quedarse. No debe faltar demasiado para que los Reales le ofrezcan una extensión millonaria de contrato para tenerlo en su organización en el largo plazo. El nuevo verdadero aporreador cubano se llama Jorge Soler.

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