«Los casi memorables» (Cap. 1): El hit que ACABÓ proeza inédita a falta de un solo strike

Por Yasel Porto

Este viernes se cumplen 60 años de la inauguración de las Series Nacionales y a propósito del tema quiero instaurar esta sección vinculada no ya con esos hechos memorables que más que formar parte de estos certámenes han sido esenciales para su desarrollo y crecimiento. Se trata pues, de hechos que por esas cosas del deporte y de la vida de estar a un paso de la trascendencia quedaron eternamente en el «casi fue» y la insignificancia.

Ha pasado toda una década de aquel día en que parecía que la historia del béisbol cubano iba a recibir un nuevo momento memorable. Fue un solo strike lo que faltó para ello, hasta que apareció un hit que para algunos fue la salvación de una humillación pero para la mayoría de los cubanos representó la frustración por un suceso que todavía hoy no acaba de escribirse en la pelota cubana.

El espirituano Maels Rodríguez ha sido el único en propinar un juego perfecto en campeonatos de primer nivel dentro de Cuba (22 de diciembre de 1999), pero jamás ha habido un partido en playoff sin que nadie entre en circulación.

Eso estuvo a punto de pasar aquella noche del 3 de marzo de 2010 en el estadio José Ramón Cepero de la capital avileña cuando el talentoso diestro local Alien Mora lanzó el mejor juego de una carrera deportiva que en el nivel superior cubano se había iniciado en 2002. En medio del duelo de cuartos de final contra los Indios de Guantánamo el veloz tirador de los Tigres retiró a todos los bateadores hasta que se puso a un out de conseguir la proeza del juego perfecto.

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Solo le restaba dominar al zurdo Leonelkis Escalante para materializar ese sueño de todo lanzador y más en un béisbol donde solo un nombre lo había conseguido en sentido general. A su rival lo puso incluso en dos strikes como para no dejar casi distancia entre el objetivo y la realidad.

Pero el guantanamero no se dio por vencido y terminó su turno soltándole una línea hacia la banda opuesta imposible de fildear por tercera base y torpedero. El siguiente bateador (Dayner Moreira) fue dominado en un inofensivo roletazo al pitcher que finalizó aquel encuentro que estuvo a nada de ser histórico.

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Posiblemente fue una de las escasas veces que un equipo ganó un partido de post temporada con una celebración parca de jugadores y aficionados. Con todo y que Ciego de Ávila se ponía a un paso de las semifinales aquel hit de Escalante le había cortado una alegría a los avileños que trascendía por mucho la parte colectiva. Incluso en buena parte de la Isla a excepción de los seguidores de los Indios había un sentimiento de decepción. Al menos eso se pudo corroborar al día siguientes a través de la Internet y determinados espacios de debate de la prensa.

Y es que el juego perfecto o el no hit no run, como también sucede con los récords personales, es de esos sucesos individuales que somos capaces de arropar muchas veces por encima del resultado de un equipo en un partido y hasta en la competencia.

Mucha gente consideró que Leonelkis debía fallar y permitir así que Mora hiciera realidad la hazaña mientras otros, entre los que me incluso, piensan que eso es parte del deporte y que perdería gran valor si el contrario se entregara.

Por desgracia aquello quedó en lo que estuvo a punto de ser y no fue, extendiéndose hasta el día de hoy esa cadena de temporadas consecutivas sin un juego perfecto en Series Nacionales, ausentes en playoff desde sus inicios.

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Ni Escalante ni Mora pudieron trascender demasiado en la pelota cubana pese a ser catalogados en su momento como buenos talentos. Eso también suele pasar mucho con los héroes y villanos en este tipo de hazañas. El pitcher fue el que más resultados tuvo hasta que decidió intentar sin éxito el sueño del béisbol profesional estadounidense (lanzó en 2011 en Puerto Rico y una liga independiente), mientras que el jardinero del Guaso todavía se mantiene activo en el béisbol de la Isla.

Otro pitcher que estuvo a un out de la perfección fue el pinareño Pedro Luis Lazo en 1995, pero apareció el bate de Juan Miguel Gordo para arruinarle la fiesta. Aquello llegó a tener consecuencias posteriores, pero de ese tema hablaremos en otra ocasión a través del testimonio de los propios protagonistas.

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