El pelotero cubano más completo de las Grandes Ligas

Por Yasel Porto

Muchos fanáticos y periodistas gustan de las comparaciones entre peloteros aunque no coincidan en época, cuestión que sin dudas complejiza enormemente los paralelos que se puedan establecer en tal sentido. Circunstancias y condiciones diferentes en casi todos los aspectos es algo que conspira a la hora de realizar un análisis lo suficientemente justo y profundo para determinar quién obtiene la condición de superioridad.

Sin embargo, existe una categoría en la que un gran porciento de personas no tiene ninguna duda para señalar a cierto jugador como el mejor de todos los tiempos. A pesar inclusive que casi nadie de los que vivimos hoy en este mundo lo vimos desempeñarse en sus múltiples facetas.

Pero cuando se menciona al pelotero más completo que ha tenido Cuba el primer nombre que le viene a la mente a muchos es el de Martín Magdaleno Dihigo Llanos, capaz de trascender como bateador, lanzador, defensor de varias posiciones, manager y hasta cronista deportivo. No por gusto se convirtió en el primer cubano en ser exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown (1977) y también pertenece a otros cuatro recintos incluido el de Cuba. Nadie en el mundo ha logrado tal mérito.

Hasta el pasado año Dihigo tenía en su contra que en su etapa activa el racismo le impidió ir más allá de las Ligas Negras dentro de los Estados Unidos pero con la oficialización de estos circuitos extintos en la década del cincuenta como parte de MLB, el hombre apodado como «El Inmortal» puede considerarse como uno de los «big leaguers» más completos que han existido. Y hablo de forma general, no solamente enmarcado en el entorno cubano.

Varios de los peloteros norteamericanos más notables de los años treinta y cuarenta manifestaron públicamente que no había en el mundo un beisbolista más integral que el oriundo de Limonar, Matanzas, y la mejor prueba del impacto de Dihigo fue que resultó uno de los primeros de raza negra que recibió el boleto para ser parte del exclusivo Salón y Museo de la Fama de la nación que creó y que mejor ha desarrollado la pelota.

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De las posiciones defensivas fue la receptoría la única en la que no tuvo actuación protagónica, mientras combinó una solidez ofensiva con un dominio extremo sobre el montículo que solo otros dos hombres han sido capaces de manejar con tanta estelaridad. Nada menos que Babe Ruth y Shohei Ohtani.

Dihigo fue tan lejos como el ser campeón de bateo y de pitcheo el mismo año, y para colmo dirigir en la propia temporada con el título colectivo al término de la misma. Eso sucedió en México y Cuba, mientras que en Estados Unidos si bien no dirigió era el líder natural de los equipos en los que deportivamente también constituía la figura protagónica.

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La grandeza de «El Maestro», como lo señala su placa en Cooperstown, caló tan profundo en la gente que hasta las generaciones que no disfrutaron directamente de ella repiten sin vacilación lo señalado en el título de este artículo.

Pero también ha sido motivo de inspiración para llevar a cabo diferentes obras literarias y artísticas. Dos biografías bien completas, una de ellas de su coterráneo Alfredo Santana junto a múltiples escritos y crónicas mientras vivió y después de su deceso en 1971, sumado a diversos cuadros del pintor Reynerio Tamayo y la presencia en el teatro y el cine cubano. Y a ello adicionar igualmente la exclusividad de ser el único pelotero cubano cuyo nombre identifica a dos estadios en la Isla (Cruces y Triunvirato), más la peña con mayor actividad de internet capaz de llevar a cabo importantes contribuciones con el béisbol cubano.

Y claro que no puede faltar en la inagotable gama de iniciativas de todo tipo en honor a Don Martín, la realización de uno de los mejores documentales deportivos que se han producido en Cuba. Con la autoría del periodista de Cubavisión Internacional y Prensa Latina Yodenis Massó, la obra hace un excelente recorrido por la vida de Dihigo utilizando técnicas atractivas para graficar fotos, videos y recortes de periódico. También hay que resaltar el aporte de expeloteros e historiadores junto a la utilización bien acertada de la música y hasta la poesía de Nicolás Guillén que sirve como un colofón ideal para cerrar.

Este documental pertenece hoy día a la colección sobre béisbol cubano del Salón de la Fama de los Estados Unidos, y en Cuba recibió múltiples reconocimientos en el momento de su estreno en el año 2013, además del recibimiento bien favorable por especialistas y aficionados en general.

De por sí el tratar sobre una figura como Dihigo ya anticipaba el éxito, y si eso se agrega lo cumplido por el realizador y que cité anteriormente permiten que este homenaje audiovisual se acerque a la magnitud y trascendencia del hombre que muchos seguirán sosteniendo ha sido el pelotero cubano más completo que ha pasado por Grandes Ligas y de la historia en sentido más global.

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