RESPETO: Donald Duarte, los Vegueros, Lazo y el oscuro adiós

Por Alexander García 

   Como uno más, como otro de esos del montón, así parece haberse ido Donald Duarte de nuestra pelota, pues por ningún lado escucho de él, ni en prensa escrita, ni en radio, ni en televisión. 

   Se fue Donald y no, aunque aparenten que sí, no se fue uno cualquiera, se fue quizás el rostro más emblemático de los equipos pinareños en los últimos quince años y han existido varios: Jorge Padrón, Rafael Valdez, Juan Miguel Miranda, Lorenzo Quintana, en fin, la lista es inmensa, pero sin dudas las ganas y el corazón que le ponía Donald Duarte al juego lo elevan por encima. 

   Realmente el halo que deja su adiós es un poco oscuro, pues desde sus problemas con Pedro Luis Lazo y la consecuente sanción, Donald fue repudiado como el más vil de los criminales. En ese entonces se desató la polémica, unos hablaron de que venía para la Habana, otros que no jugaba más y a pesar de que Duarte regresó a jugar en la Serie 59 con Alfonso Urquiola, a pesar de eso ya no era el mismo.

   Se fue Donad Duarte, pero la memoria es corta y en eso hoy se reivindica, pues resulta imposible olvidar su protagonismo en el título de Pinar cuando la Serie 50, la llamada Serie de Oro; también cuando el otro campeonato ganado ante Matanzas allá por 2014. Si a veces quedaba a deber a la ofensiva, realmente Donald se las arreglaba para dar un palo a la hora buena o motivaba como nadie, incluso en aquella final contra los yumurinos, cuando Pinar se queda sin receptor y él asume a base de puro coraje. 

   Cuando muchos dudaron que el hombre pudiera suplir el legado de Omar Linares en Pinar, creo que la historia, más allá de números, a veces fríos, reivindica a la figura de Donald Duarte; a Omar no lo supera nadie, pero Donald impuso carácter y forjó su propia leyenda. 

   El arribo de Donald Duarte a las Serie Nacionales estuvo marcado por un contexto beisbolero de primer nivel, en el cual descollaban las figuras de Yulieski Gurriel y Michel Enríquez como referentes en la antesala; no obstante, sin hacer mucho ruido, Duarte sabía cumplir su papel y rápidamente logró estabilizar su rendimiento hasta convertirse en uno de los mejores del país. 

   En este punto, creo incluso que Donald no fue tratado con justicia en función de llegar más veces a los equipos Cuba, pues salvó algún que otro torneo en Holanda, sus aspiraciones quedaban en el ego insuflado de las preselecciones. 

   Se fue Donald y hoy lo más decente es quitarse el sombrero para aplaudir. 

   Nos vemos a la vuelta.

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