Autor: Jesús Alaín Fernández
Ronald Acuña Jr. ha hecho el viaje a Houston para apoyar a sus compañeros y disfrutar de la primera Serie Mundial que juegan los Bravos de Atlanta en los últimos 22 años. Después de la lesión en el ligamento cruzado que incluso lo llevó al quirófano en el mes de julio pasado el venezolano no ha tenido oportunidad de olvidar el olor a césped húmedo de un terreno de béisbol.
El estelar jardinero venía teniendo una primera mitad de temporada de récord. Sus 24 jonrones y 17 bases robadas constituían números que hacían soñar cifras formidables para el tres de octubre cuando cesaran las hostilidades.
Los Bravos ya habían dejado en el camino a Marcel Ozuna y la salida de Acuña Jr. suponía un duro golpe. Pero una actitud vale mucho más que mil palabras y el contraste con situaciones similares también ayuda a poner las cosas en perspectiva.
Si bien los jugadores de los Bravos de Atlanta hicieron piña alrededor de la idea de pedir a la Gerencia no invitar a Justin Verlander al lanzamiento de la primera bola en el juego uno de la Serie Divisional ante los Cerveceros de Milwaukee por la falta de compromiso del lanzador, la situación con respecto a Acuña es diferente.
Aun con la asistencia de muletas el jugador hizo su primera visita al terreno de juego. El público también ha sido agradecido con el gesto y el esfuerzo siempre ha sido premiado con ovaciones. Ronald se ha convertido en un ídolo dentro de la franquicia y el hecho de que esté dando apoyo a sus compañeros de clubhouse durante el Clásico de Otoño habla mucho del compromiso del joven jugador.
El jardinero venezolano no le pierde ni pie ni pisada a sus compañeros. Y estando cerca siempre hay formas de apoyar.
