VERDADES de una Liga Profesional de beisbol en Cuba y contratar extranjeros

Por Roberto Ortega Ortiz El Preidente de la Federación Mundial de Béisbol y Softbol (WCSB por sus siglas en inglés), Riccardo Fraccari, en su más reciente visita a La Habana abordó entre múltiples temas la “posibilidad” de una Liga Profesional en Cuba. Recalco la palabra posibilidad por varias razones que se agolpan de solo pensar […]

Por Roberto Ortega Ortiz

El Preidente de la Federación Mundial de Béisbol y Softbol (WCSB por sus siglas en inglés), Riccardo Fraccari, en su más reciente visita a La Habana abordó entre múltiples temas la “posibilidad” de una Liga Profesional en Cuba. Recalco la palabra posibilidad por varias razones que se agolpan de solo pensar en la idea.

Lo primero es hablar del tema profesionalismo en nuestra pelota, pues más allá de la insípida remuneración económica que perciben los jugadores de la Serie Nacional de Béisbol (SNB), ya no se puede continuar en la diatriba de que no son profesionales del deporte en sí. Ellos se dedican como labor a la práctica de la pelota a tiempo completo y por demás se les reconoce de esa manera desde el punto de vista del Derecho Laboral en Cuba.

En el propio sentido analicemos cómo se introduce un jugador nacido en otro país en nuestra Liga Profesional cuando nuestras propias leyes son antagónicas entre sí. Ningún pelotero con la necesaria asesoría legal se sometería a los contratos maquiavélicos a que están sujetos los jugadores de la SNB (de los cuales hablaremos en otro acercamiento al tema); y del mismo modo habría que modificar la legislación laboral, como la de inversión extranjera a fin de ofrecer sostén jurídico a tamaña idea.

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Como segundo tópico tendríamos que hablar del patrocinio al evento, lo cual estaría ligado a la última idea expuesta en el párrafo anterior. No creo exista empresa estatal en Cuba capaz de solventar el gasto de un equipo de béisbol y tener ganancias. De las iniciativas privadas y Micro Pequeña y Mediana Empresa (MiPYME) ya mejor ni hablar, pues desde el mes de enero se anunció a viva voz sobre la posibilidad de que estas últimas se hicieran cargo de las instalaciones deportivas del país, y hasta ahora solo han recibido trabas o negativas rotundas a su intención.

No menos importante ha de ser la necesaria protección legal que deberían tener no solo los jugadores, sino toda aquella persona natural o jurídica partícipe del evento.

Actualmente no existe dicha salvaguarda en ninguno de los sentidos.

Desde un Reglamento que se acomoda sobre la marcha cada año mientras va caminando el campeonato, la ausencia de un Sindicato que defienda los intereses de los jugadores y cuerpo técnico, la omnipotencia existente en quienes toman las decisiones, hasta la constante intromisión gubernamental en cada una de las ideas que de algún modo puedan ayudar el espectáculo, son solo algunos de los escollos por los que debe pasar semejante intención.

Definitivamente Fraccari en su corta estancia dejó varios temas importantes de los cuales se pudiera hablar, e incluso hasta planificar cómo lograrse, pero la intención debe pasar primero por una descentralización en la toma de decisiones y una no gubernamentalizada Federación Cubana de Béisbol.

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