Antonio Pacheco contra la ignominia

Por Alexander García 

   ¡Pacheco traicionó!- es la exclamación de moda hoy, lo fue hace algunos años, se esfumó y hoy vuelve a aparecer; es la exclamación de turno pero bien puede ser el cuento, la burla, la parodia del momento, pues de cualquier cosa se agarra el oficialismo para defenestrar a diestra y siniestra cuando no sigues la reglas que imperan. 

   ¡Pacheco traicionó! ¡Pacheco es un traidor! ¿De qué? ¿A quién?, me pregunto y entonces pienso en sus años en el equipo Cuba, en sus medallas en Copas del Mundo, en sus títulos olímpicos, en su época como manager para luego pensar en su familia y en el ser humano… 

   La imagen lo dice todo, a un costado aparece Antonio Pacheco vistiendo el uniforme de los Yankees, el de visitador, fungiendo de coach; en el otro, es el mismo Pacheco, en sus años como director de Santiago de Cuba; el amor, el odio, la pasión, las ganas de triunfar, la frustración, el desatino; tantas cosas se mezclan al mirar la foto que de pronto se sienten unas ganas inmensas de llorar, de maldecir, de tirar todo a como salga. 

   La historia tocó fondo cuando el pasado fin de semana, durante la celebración del Juego de Estrellas de la Serie Nacional, el número 6 del mítico Antonio, no apareció nunca junto al de las otras glorias del béisbol en esa provincia. 

   Desde el mismo instante en que las cámaras dieron fe de la ausencia del dorsal, la polémica se desató en las redes y aún hoy sigue calando en los aficionados, más aún cuando en los medios oficiales nada se ha dicho al respecto. 

   En un acto de mera justificación se intenta explicar que fue algo circunstancial, pues se pretendía rendir homenaje a glorias presentes durante el partido en el Guillermón y muchos pensaron que sí, que tras la demora por la lluvia, todo se arreglaría, pero no, fue peor, quitaron los números y pusieron los años en que Santiago fue campeón, con sendos errores, ya que en 2006 y 2009, Industriales y La Habana se llevaron el título, respectivamente. 

   El asunto ha sumido en un lodazal a las autoridades deportivas en el país, pues nadie hasta ahora ha dado una explicación sobre el tema, lo contrario, ya la censura descarnada comenzó a hacer mella en los medios oficiales y claro, ante la falta de raciocinio de los que mandan no se puede esperar otra cosa que meras justificaciones o simplemente…el tema no se toca y no hay más que hablar. 

   La figura de Antonio supera toda fabula y cualquier componenda que quieran armar, más allá de sus números, de sus Series Nacionales, su promedio de bateo por encima de 330, de sus más de 2000 hits y sus casi 300 jonrones; Pacheco fue el hombre que le peleó de tú por tú la estrella de mejor pelotero a Omar Linares, incluso en el comienzo, muchos lo dieron como el mejor de esa generación. 

   Cuando Pacheco delega de sus funciones como director, en un abrir y cerrar de ojos comienzan a cerrárseles las oportunidades, las opciones de agenciarse algún contrato y entonces cuando decide salirse: !Pumm!, lo convierten en el mayor paria, más cuando llega a Estados Unidos y recala en la mejor organización de beisbol en el mundo, los Yankees de Nueva York. 

   ¿Que el asunto no es político?, claro y quien politiza, las autoridades deportivas cubanas para las cuales el término Yankee, es sinónimo de lo peor, de alguna enfermedad incurable y no veo ahora mismo mayor ejemplo de xenofobia que este; por desgracia Pacheco es una pieza que entró a jugar en este asqueroso ajedrez de los políticos. 

   No creo, en lo personal, que ninguna autoridad salga a dar la cara para explicar el porqué de toda esta campaña de descredito ante un símbolo de la pelota cubana de todos los tiempos; puede que en un año o dos, cuando las cosas cambien y regresen las conversaciones con la MLB, puede que entonces el tono sea otro y a Pacheco se mire desde otro ángulo, pero ya el mal estará hecho. 

   ¿Quién es el traidor?, me pregunto y la respuesta es algo obvia, los traidores son ellos, los de siempre, los que seguro jamás han lanzado una bola o empuñado un bate, son ellos los traidores al pueblo, pues Pacheco vive en el corazón de su gente allá en Santiago, vive en cada aficionado al beisbol en Cuba y esos son hechos que dictan sentencia por sí solos. 

   Nos vemos a la vuelta.

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