Por Aliet Arzola Lima
En múltiples ocasiones, los atletas y delegaciones cubanas han sufrido en carne propia la incertidumbre que provoca la dilación de los trámites de visado o cualquier otra gestión migratoria para participar en un evento internacional, sobre todo si este se desarrolla en Estados Unidos. Frescos están los recuerdos del Preolímpico de béisbol, la Copa Oro de fútbol o la reciente negación de visas a dos futbolistas antillanos que debían participar con sus clubes en la Concachampions.
Ante estos hechos, Cuba siempre ha reclamado su legítimo derecho de competir sin trabas burocráticas, por lo que debería tener una postura similar cuando la ecuación se invierte. Este es el caso del basquetbolista Ysmael Romero, cubano de nacimiento y de corazón, pero nacionalizado puertorriqueño y miembro de la selección nacional boricua, quien no podrá estar con su equipo este fin de semana en el partido de la ventana mundialista que se celebrará en La Habana.
¿Los motivos? Pues resulta que Romero no pudo obtener a tiempo su pasaporte cubano, documento que las autoridades de la Isla exigen a todo ciudadano nacido en el país para poder ingresar al territorio nacional, independientemente de que haya residido fuera durante un período de tiempo y que tenga pasaporte extranjero.
Así lo informó este viernes la Federación de Baloncesto de Puerto Rico (FBPUR) en la voz de su presidente Yuam Ramos, quien lamentó el fatal desenlace de los acontecimientos. “A pesar de todos los esfuerzos que hicimos para gestionarle el pasaporte cubano, finalmente no llegó a tiempo por lo que no podrá viajar con el equipo a Cuba”, explicó el directivo.
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Igualmente, Ramos aseguró que el pivot villaclareño había realizado gestiones personales para solucionar este problema desde el año pasado, sin llegar a buen puerto. Además, puntualizó que “se envió comunicación a la Federación de Cuba y a la embajada y consulado cubano en Washington D.C. Sin embargo, no se logró recibir el pasaporte a tiempo”, según un comunicado emitido este viernes por la FBPUR.
Romero no ha podido ocultar su malestar. “Dios ha sido muy generoso conmigo para hacerle tantas preguntas, de por qué pasan ciertas cosas… mañana será otro día”, dijo en Twitter el jueves en la noche con cierto tono de decepción.
A juzgar por sus publicaciones, el jugador no está viviendo horas fáciles, pues también se mostró golpeado por la partida de un familiar a la que dedicó unas palabras: “Vuela alto tía Regla, vuela alto… que Dios te tenga en la gloria”, escribió también en Twitter.
Romero se quedó en Puerto Rico y pidió asilo político en el 2012, tras competir en el Centrobasket celebrado en San Juan, y por espacio de ocho años no volvió a pisar su tierra natal, cumpliendo con el castigo que impone Cuba a las personas que abandonan delegaciones oficiales en eventos internacionales.
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A partir de esa decisión, intentó abrirse paso en el universo profesional con experiencias en clubes de Israel, México, Argentina y el propio Puerto Rico, donde ha brillado con los Atléticos de San Germán (fue Novato del Año en el 2016), los Vaqueros de Bayamón y el Real Estelí, equipo en el que milita actualmente.
“El Cubanazo”, como le conocen en el mundo del baloncesto, forma parte de la selección nacional de Puerto Rico desde el pasado año, cuando las autoridades boricuas iniciaron el proceso para el cambio de su nacionalidad deportiva, la cual fue aprobada por la FIBA.
Precisamente, con la escuadra boricua se midió a Cuba en noviembre pasado y dejó una gran imagen, con 18 puntos, ocho rebotes, tres robos y un bloqueo. Pero la gran meta de Romero era repetir ese performance frente a la afición antillana y frente a su familia en La Habana, derecho que se le ha negado por una regla absurda y la gestión demorada de los encargados de entregarle el pasaporte.
“Sinceramente, tengo miedo. Ese miedo es porque voy a jugar ante mis abuelos, mi hija y mis padres. Entonces, tengo ese temor de hacerlo bien. A lo mejor diría que no es ni miedo. Es emoción y ansiedad. Es algo que tengo que saber manejar. Los muchachos saben la situación que hay. La Federación sabe de este momento. Se habló. Sé que voy a tener el apoyo y el compromiso de todos”, decía el pívot hace alrededor de una semana, ilusionado por la vuelta a casa.
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En la misma línea, el entrenador de la escuadra boricua, Nelson Colón, aseguró que el jugador explotó de emociones cuando se midió a Cuba, por lo que iba a disfrutar al máximo jugar frente a su gente en La Habana, algo que, lamentablemente, ya no sucederá.
Los primeros decepcionados con la noticia son los verdaderos fanáticos del deporte ráfaga en Cuba, que aspiran a ver a uno de sus hijos en vivo y en directo, aunque fuera defendiendo otra camiseta. Eso generaba tantas expectativas como poder palpar en la cancha la progresión de las figuras de la selección nacional que durante los últimos tiempos han tenido la oportunidad de jugar y desarrollarse en ligas profesionales.