Por Jesús Pérez Vichot (Chuchi)
Ver trabajar a un lanzador abridor por más de seis entradas en los últimos años en Las Mayores, resulta difícil. Completar un juego desde el montículo en estos tiempos es algo sumamente alarmante. Resulta que antes de la década de los 80’s del pasado siglo los lanzadores abridores actuaban con tres o menos días de descanso y desde entonces lo hacen cada cuatro días como mínimo.
Es decir, se descansa más y se trabaja menos en cada apertura, un cambio drástico. Estoy de acuerdo en que no se debe ir en contra de la ciencia, de lo que supuestamente debe ser más saludable para el atleta, pero esto ha mermado la cantidad de hazañas desde la lomita.
Es cierto que los lanzadores como el resto de los jugadores de béisbol han evolucionado muchísimo con el paso de los años. Si se pudiera regresar en una máquina del tiempo a cualquier pitcher moderno que lance por encima de las 95 mph a los primeros años del pasado siglo, opacaría al mismísimo Walter Johnson. Pero por suerte esto es solo una fantasía, la realidad es que cada jugador que brilló en su época lo hizo a base de talento y grandes logros.
En todo análisis individual o colectivo se debe tener en cuenta la Era. Tener 40 o más aperturas hace un siglo, era algo normal, en la actualidad el líder en este departamento casi nunca llega a 35. Mucho se comenta de los récords irrompibles de las Grandes Ligas, sin embargo, casi nunca escucho o leo uno que a mi juicio seguirá intacto por los siglos de los siglos.
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Me refiero a los 749 juegos completos lanzados por Denton «Cy» Young. El máximo acumulador de victorias (511) en la historia de este deporte era un verdadero «brazo de hierro». No es menos cierto que jugó en una etapa donde llegar a los 40 juegos iniciados era costumbre. Pero Cy sobresalió, es también el líder de todos los tiempos en aperturas (815).
Hasta aquí está claro, nadie mejor que Cy Young para tenerlo como ejemplo de durabilidad y consistencia en los primeros 50 años de MLB. Lo difícil es buscar al «brazo fuerte» de las próximas generaciones, aunque también los hubo, lógicamente no llegaron a las desorbitantes cifras de Cy. Se pudiera mencionar a Walter Johnson (531 juegos completos de 666 aperturas), Pete Alexander (436 de 600), Christy Mathewson(435 de 552), Warren Spahn (382 de 665), entre otros.
Entonces saltamos medio siglo y unos años más hasta encontrarnos con grandes lanzadores que presentaron una frecuencia de juegos completos por aperturas muy inferior a los anteriormente mencionados. Podemos nombrar a Nolan Ryan (222 juegos completos de 773 aperturas), Roger Clemens (118 de 707) o Greg Maddux (109 de 740). Usar estos datos con los mejores pitchers de la actualidad es totalmente absurdo, la diferencia es abismal.
Para que tengan una idea de lo que me refiero, vean: Max Scherzer (12 juegos completos de 398 aperturas), Clayton Kershaw (25 de 376), Justin Verlander (26 de 454), Jacob deGrom (4 de 198) y Gerrit Cole (6 de 234).
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No se le puede restar méritos a ningún lanzador abridor si sus números están de acorde a la media de su época. Si en una etapa ver lanzar a Walter Johnson durante nueve entradas y permitir dos carreras limpias era algo satisfactorio, ahora ver a Jacob deGrom trabajar seis innings y soportar par de carreras también es una formidable actuación. El béisbol ha ido cambiando, pero me llama la atención algo que he podido percibir en los últimos años, y es que: si se descansa más y se trabaja menos en cada encuentro ¿por qué tantos lanzadores abridores sufren lesiones?
Sí, es verdad que la velocidad promedio ha aumentado paulatinamente a través de los años, al igual que los envíos de rompimiento son más potentes y efectivos. Pero cuando pienso en aquellos pitchers que llegaron a lanzar hasta en dos desafíos en un mismo día, entonces nada que justificar, ellos también se esforzaron al máximo.
Por ejemplo, una anécdota admirable e inolvidable fue la que protagonizó Don Newcombe: Desde la Segunda Guerra Mundial hasta el presente, cuatro lanzadores han sido abridores en ambos juegos de una doble cartelera. De ellos solo Don Newcombe, el tres veces ganador de 20 juegos para los Brooklyn Dodgers en la década de 1950, trabajó bastante en ambos juegos. Newcombe, un caballo de batalla duradero con una bola rápida explosiva. A los 24 años, ganó 19 juegos para un talentoso club de los Dodgers en 1950. Lanzó 16 entradas en una doble cartelera clave. A principios de septiembre, los Dodgers, que ocupaban el segundo lugar, estaban siete juegos detrás de los sorprendentes Philadelphia Phillies y les faltaban lanzadores abridores cuando los dos equipos jugaron dos encuentros el 6 de septiembre.
Mientras viajaban en tren a Filadelfia, Don le preguntó al mánager de los Dodgers, Burt Shotton, que si podía trabajar en el segundo juego, según Joe King de The Sporting News, Burt bromeó: «Puedes hacerlo si lanzas una blanqueada en el primer partido». Newcombe apareció, lanzó un juego completo y acabó con los «Whiz Kids» de Filadelfia. Permitió solo tres hits en una victoria por 2×0 ante una casa llena en Shibe Park.
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«Newk estuvo tremendo en ese primer juego», recordó Roy Campanella, el receptor del Salón de la Fama que estaba detrás del plato esa tarde, en una entrevista de 1983 con el Christian Science Monitor. «Lanzó sólo 83 lanzamientos… y tenía un control total». La blanqueada fue la tercera de Newcombe en sus últimas cuatro aperturas, y Shotton le preguntó si estaba listo para hacerlo de nuevo. “Le dije: ¿Hablas en serio?, recordó Newcombe años más tarde en una conversación con el escritor Jon Weisman. “Él dijo: Hablo en serio. Fui al club house y me cambié la camisa, y (el entrenador de los Dodgers) Doc Wendler me dio un masaje. “Cuando salí al área de calentamiento para prepararme para el segundo juego, nunca olvidaré a los fanáticos de los Phillies cuando un murmullo recorrió las gradas, y anunciaron mi nombre como titular para el segundo juego, hubo un fuerte aplauso».
Newcombe lanzó siete entradas y dispersó ocho hits antes de salir del juego por un bateador emergente en el octavo con los Dodgers perdiendo 2×0. Durante el día, trabajó 16 entradas, permitió 11 hits, dos bases por bolas, dos carreras y ponchó a tres. Los Dodgers aún no habían terminado.
Después de disparar un solo hit en ocho entradas contra el zurdo de 21 años de los Phillies, Curt Simmons, lograron marcarle tres veces y se adjudicaron una victoria de 3×2 que los colocó a cinco y medio juegos del primer lugar. Newcombe fue maltratado por los New York Giants y los St. Louis Cardinals en sus siguientes dos aperturas (aquí cabe la duda del uso excesivo y sus consecuencias).
Luego de que los Dodgers se quedaran cortos en la carrera por el banderín, eso alimentaría la especulación sobre el costo de trabajar en ambos juegos de doble cartelera. Pero Newcombe se recuperó para recorrer la distancia en victorias sobre los Piratas de Pittsburgh y el primer lugar de los Filis durante la penúltima semana de la temporada. Entregó otra salida en el último día de la temporada con el banderín en juego.
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Robin Roberts y Newcombe, ambos en busca de su vigésima victoria en el final de temporada del 1 de octubre. Los Dodgers necesitaban ganar para asegurar un desempate de tres juegos por el banderín de la Liga Nacional. Newcombe había lanzado 62.1 entradas en septiembre, y él y Roberts, de 23 años, lanzaron un thriller de 10 entradas en Ebbets Field. El marcador estaba 1×1 en el noveno, pero en el décimo, el jardinero izquierdo de los Phillies, Dick Sisler, conectó un cuadrangular de tres carreras por el jardín izquierdo, a 348 pies de distancia, que aseguró la victoria por 4×1 y el banderín de la Liga Nacional para los Phillies.
Aquí les dejo los lanzadores que tuvieron dos aperturas en una doble cartelera en un mismo día (post Segunda Guerra Mundial):
Monty Kennedy: New York (NL) vs. Cincinnati, 20 de mayo de 1950 (sin decisión en ambos juegos).
Don Newcombe: Brooklyn en Filadelfia (NL), 6 de septiembre 1950 (ganó el 1ro, sin decisión en el 2do).
Al Santorini: San Diego vs. Houston, 26 de mayo de 1971 (sin decisión en el 1er juego, perdió el 2do).
Wilbur Wood: Chicago (AL) en Nueva York (AL), 20 de julio de 1973 (perdió ambos juegos).
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