Por Yasel Porto
A pesar del elevado número de contagiados en todo el mundo, la afectación del COVID-19 sobre el béisbol en general, y el cubano en particular, ha sido la postergación de los campeonatos (Serie Nacional, Pre-Olímpico, MLB y otras ligas) o la suspensión de otros como las Ligas Menores. Claro que en el entorno de Cuba no podemos olvidarnos del contagio del prospecto villaclareño Denny Larrondo (fue el primero en todo el sistema de la MLB) y las dudas alrededor del “Novato del Año” de 2019 Yordan Álvarez.
El coronavirus dista de sobresalir por ahora en contagio y mortalidad dentro de la pelota, al menos en comparación a una enfermedad que convertida en epidemia no tuvo compasión con miles de cubanos, junto con varios peloteros y uno de nuestros equipos más importantes que existieron.
Me refiero a la tuberculosis, la cual tuvo entre sus momentos pico el cierre de la década del veinte. Allí acabó con un porciento de la sociedad cubana, además de hacerlo con el Almendares BBC y parte de sus miembros más notables, incluido su mismísimo dueño.
Después de erigirse el equipo más estable de la década del veinte, varios de los integrantes de la columna vertebral de los “Alacranes” fueron contrayendo la tisis, grave afección pulmonar que destrozaba el sistema respiratorio. Para la temporada de 1930-31 la situación de los azules era nefasta en lo deportivo y lo económico, aparte del impacto social que dejó la cantidad de sus pérdidas y su valía profesional. Aquí los fallecidos y su trascendencia beisbolera.
Valentín Dreke (Jardinero-1929)
De los más destacados de su época, este matancero trascendió en Cuba y en Ligas Negras norteamericanas. Sus resultados lo llevaron al Salón de la Fama cubano. La muerte le llegó en La Habana cuando estaba en su mejor momento.
Esteban “Mayarí” Montalvo (Jardinero-1930)
Trasciende primeramente por formar parte del equipo más mítico que tuvo la Liga Profesional de Cuba: los Leopardos de Santa Clara de 1923-24. Fue un jugador de altibajos, aunque tuvo el talento para mantenerse como regular la mayor parte del tiempo y viajar con los equipos que se insertaban en los circuitos independientes norteamericanos.
Bernardo Baró (Jardinero- 1930)
Miembro del Salón de la Fama de Cuba, este zurdo matancero fue uno de los mejores de la Liga Profesional. También estuvo entre los más sobresalientes de las Ligas Negras. Cuando contrajo la enfermedad todavía estaba en la élite de los jardineros cubanos.
Marcelino “Cuco” Guerra (Jardinero-1930)
Era un útil jugador cuya versatilidad le abrió muchas oportunidades, incluyendo su última temporada en Cuba. Participó en varias campañas de las Ligas independientes de Estados Unidos.
José de la Caridad Méndez (Lanzado entrenador-1928)
Miembro fundador del Salón de la Fama cubano y elegido al de Estados Unidos en 2006. Aunque su etapa como lanzador extraclase era parte del pasado, en el club almendarista fungía como entrenador y ya se perfilaba como manager para el invierno de 1928 después de guiar al título en la primera Serie Mundial de las Ligas Negras a los Monarcas de Kansas City. Su pérdida fue sumamente sentida por ser uno de los peloteros más queridos entre los fanáticos.
Abel Linares (Empresario-1930)
Fue quien llevó a los primeros equipos cubanos a ligas de Estados Unidos, y el que trajo a Cuba a elencos de Grandes Ligas, junto con Babe Ruth. Tuvo una interesante dualidad de poder con los dos principales clubes de Cuba: Almendares y Habana, aunque sus últimos años fueron con los Alacranes. Su muerte no solo afectó el futuro inmediato del plantel (quedó en manos de su esposa), sino de la Liga en general. Al principal empresario del béisbol cubano no le bastó su dinero para evitar la tuberculosis aunque oficialmente queda registrado que falleció de un derrame cerebral y no de la pandemia.
Además de estos miembros del Almendares, el llamado bacilo de koch dejó sin vida en plena madurez deportiva y social a más de una decena de peloteros de otros equipos en la etapa citada, entre los que resaltaron el tercera base Ángel “Cuco” Alfonso y el jardinero Pablo “Champion” Mesa, famoso éste último por conformar en 1923-24 el mejor trío ofensivo de jardineros en la extinta liga de Cuba (los otros miembros del trío eran Alejandro Oms y el estadounidense Oscar Charleston).
La tisis mató antes y después de ese período de 1928-1930 a un aproximado de 50 peloteros cubanos que jugaron en el máximo nivel. Los más significativos de este grupo fueron el jardinero Cristóbal Torriente (1938-Nueva York) y Alejandro Oms (1946-Santa Clara).
Por lo general esta bacteria se aprovecha de aquellos con un bajo nivel de vida, lo que explica que por ser parte de la clase pobre muchos de los contagiados en Cuba fueran de la raza negra. No obstante, y como indica el ejemplo de Abel Linares, los ricos también morían de tisis debido al contacto con infectados.
A partir del descubrimiento de la penicilina, junto al tratamiento con vacunas preventivas, la tuberculosis bajó ostensiblemente su mortalidad. A no ser personas con graves dificultades pulmonares, severas condiciones de vida o un estado demasiado avanzado de la enfermedad, muchos de los casos terminan curándose. De todos modos, según la Organización Mundial de la Salud es la segunda causa global de muerte y primera de las enfermedades infecciosas. Entre 2000 y 2013 el tratamiento efectivo salvó la vida de 37 millones de personas, y ese último año fenecieron 1.5 millones, la mayoría hombres.
Ojalá y la COVID-19 ni siquiera se acerque a lo que ha sido la tisis, no solo en el béisbol sino en sentido general. De momento y a pesar de todo lo acontecido en estos meses, los índices de deceso están muy distantes a múltiples enfermedades que, como la tuberculosis, si bien no se convirtieron en pandemias, causaron y todavía causan mucho más dolor.