Por Jesús Pérez Vichot (Chuchi)
Los equipos estadounidenses de béisbol que asistían a los diferentes eventos internacionales antes de la participación de jugadores profesionales, eran muy talentosos. Pero los aficionados cubanos en específico recordamos con mucho agrado aquel conjunto que se tituló campeón olímpico en Seúl 1988 (aunque en modo de exhibición) conformado por jóvenes universitarios.
La mayor representación de aquel conjunto se había enfrentado previamente a la escuadra nacional de la isla y dejó una grata impresión, solo les faltaba algo necesario para ser aún mejores, la experiencia.
Soy del criterio que desde hace más de dos décadas estamos «pagando» el beneficio del que gozamos en algún momento con respecto al resto de los equipos que enfrentamos en los torneos internacionales y topes amistosos. ¿Por qué? Sencillo, en las últimas décadas del pasado siglo (hasta los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999) ningún país podía llevar a sus principales figuras a estas lides. Sin embargo, nuestros equipos nacionales de béisbol estaban colmados de grandes estrellas que más allá de ser atletas amateurs tenían una formación similar a la de los profesionales.
Esto sin contar que Cuba siempre ha dado un pelotero de calidad como Brasil un futbolista talentoso. Además, eran épocas en las que no existía el éxodo masivo de jugadores, por lo que la mayor concentración de peloteros de gran calibre se desempeñaban en las Series Nacionales.
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Últimamente sucede todo lo contrario, la selección nacional cubana de béisbol acude a cuanto certamen se le invite o clasifique sin la presencia de los mejores jugadores. Hasta cierto punto se asimila la participación de nuestros exponentes nacionales con algunos contratados por la Federación Cubana de Béisbol en diferentes eventos aunque los resultados no sean los deseados, pero cuando se trata del Clásico Mundial, la diferencia es abismal y la inconformidad de la mayoría de los aficionados caribeños es mayúscula.
Todos los conjuntos acuden a esta cita con lo mejor que tienen o al menos la gran mayoría de sus jugadores estrellas están disponibles a representar a su país. No sucede lo mismo con los peloteros cubanos, no solo prescindimos de nuestros exponentes en MLB, sino hasta de los que militan en las Ligas Menores y en otras regiones del planeta.
Pero regresemos al principio, aquel conjunto de jóvenes norteños que se ganó el respeto y admiración de todos los amantes del béisbol en la isla. La base del equipo de las barras y las estrellas era casi la misma de los campeones olímpicos un año después. Varias fueron las figuras que conformaron ese talentoso roster que posteriormente llegaron a las Ligas Mayores, lógicamente unos sobresalieron más que otros al más alto nivel e incluso no todos llegaron a la MLB.
A modo de recordación, repasemos cómo les fue con la selección nacional de su país y en las Grandes Ligas (los que llegaron) a los principales jugadores del conjunto estadounidense campeón olímpico de Seúl 1988.
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Comenzamos con Ty Griffin, el bateador ambidiestro que defendía la segunda base y que impresionó sobremanera a cuanto espectador lo vio. Ty brilló con la selección nacional de Estados Unidos a finales de la década de 1980, pero no pudo hacer el grado en la MLB y jugó nueve años en las ligas menores, sin poder superar la AA.
Con la selección nacional de su país, bateó .416/.485/.805, con 16 jonrones, 52 carreras impulsadas y 21 robos. Lideró a su equipo en promedio de bateo, dobles, bases por bolas, bases robadas y carreras anotadas (21 más que los que le siguieron, Martínez y Robin Ventura). Fue segundo detrás de Tino Martínez en jonrones. A pesar de ser el primer bate, fue el tercero que más carreras remolcó.
En la Copa Mundial de Béisbol de 1988, Griffin quedó empatado con Omar Linares en las carreras anotadas (19 en 13 juegos). Empató en cuarto lugar en jonrones con cuatro, detrás de Martínez, Linares y Luis Giraldo Casanova. Fildeó para .982, remolcó 13 carreras y se estafó tres bases. Además, bateó .348/.500/.652. A pesar de estos números, Antonio Pacheco fue el 2B All-Star del torneo. Griffin compartió el premio al Jugador de Béisbol del Año de Baseball America Summer con Ventura. Fue una pieza clave en la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1988.
Robin Ventura desde sus inicios en el béisbol mostró grandes credenciales. Jugando para la Universidad Estatal de Oklahoma logró una racha de 58 juegos consecutivos conectando hit y es considerado uno de los grandes jugadores universitarios de todos los tiempos. En la Copa Intercontinental de 1987, Robin bateó .364/.417/.523 para los Estados Unidos (segundo lugar). En esta justa sus números no superaron los de Linares, por lo que el cubano fue el 3B All-Star del evento.
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En 1988 representó a su país en el torneo olímpico de béisbol y ganó el premio Golden Spikes como el mejor jugador amateur de la nación. Ventura también estuvo presente en la Copa Mundial de Béisbol de 1988, bateando .434/.508/.736 con 15 carreras anotadas, ocho dobles y 32 carreras impulsadas (remolcó siete en un juego contra España). Lideró en dobles, empató en el primer puesto con Antonio Pacheco en hits y aventajó con 11 remolcadas a sus más cercano competidores, Martínez y Casanova (rompió el récord de 21, que ostentaban Juan Izaguirre (1950), Armando Capiró (1972) y Agustín Marquetti (1973). Esta vez fue nombrado tercera base All-Star del torneo, por delante de Omar Linares.
Robin Ventura sí llegó a las Grandes Ligas e incluso fue uno de los mejores antesalistas de la década de 1990, excelente fildeador, jonrones oportunos y con un liderazgo único en el club house (luego de su retiro llegó a ser manager en MLB). De los 294 jonrones que conectó en su carrera, 18 de ellos fueron grand slams (con las bases llenas).
Jim Abbott, el minusválido conocido y muy querido por todos los cubanos fue un gran lanzador. Ganador de los premios Golden Spikes y Sullivan en 1987 como el mejor atleta aficionado de la nación (el único jugador de béisbol en recibir tal honor). También lideró a los Estados Unidos en varias competencias internacionales importantes durante su etapa universitaria.
Abbott fue el encargado de llevar la bandera en la ceremonia de apertura de los Juegos Panamericanos de 1987. En esta competición ponchó a 15 rivales en 13 entradas, permitió solo seis hits y ninguna carrera limpia. Logró dos victorias para su equipo que a la postre finalizó segundo detrás de Cuba.
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En la Copa Mundial de Béisbol de 1988, Abbott y Takehiro Ishii fueron los dos lanzadores seleccionados All-Star. Tuvo marca de 2-0 con efectividad de 1.57 en el certamen y en la final estaba venciendo a los cubanos 3×1 cuando llegó aquella jugada polémica en la parte baja de la novena entrada para poner un corredor en circulación. Luego todos recuerdan lo que sucedió, permitió el jonrón de Lourdes Gurriel (padre) antes de ser reemplazado por el derecho Andy Benes.
Ese verano, Abbott participó en los Juegos Olímpicos, portando la bandera de su país en la ceremonia de apertura y ayudando a su equipo a ganar el título. Registró marca de 1-0 con efectividad de 2.25 (séptima mejor marca del torneo) detrás de James Figueroa, Ben McDonald, Tetsuya Shiozaki, Jesús Feliciano, Parris Mitchell e Ishii. Abbott pertenece al Salón de la Fama del Béisbol Colegial. En las Grandes Ligas Abbott ganó 87 juegos en una década.
Si bien sus números totales y promedios no fueron excepcionales, tampoco se puede decir que que no tuvo momentos brillantes. Hasta llegó a lanzar un juego sin hit ni carrera para los Yankees en 1993 ante los Indians. Además, en 1991 logró 15 victorias y en cuatro campañas lanzó 200 o más entradas. Su discapacidad no fue impedimento para lanzar en la mejor liga de béisbol del mundo.
El espigado lanzador Andy Benes (6.6 de estatura) también fue imprescindible en el equipo campeón olímpico de Seúl 1988. Antes de llegar a la cita de los cinco aros, Benes estuvo en la Copa Mundial de Béisbol de ese mismo año. Allí ganó dos encuentros y perdió uno, con efectividad de 3.92 y ponchó a 22 bateadores en 20 2/3 entradas. Otorgó 14 bases por bolas y toleró cuatro jonrones. Quedó en el cuarto lugar en ponches propinados igualado con Charles Nagy, Yi-Hsin Chen y Rheal Cormier.
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En el juego final, Benes cargó con la derrota ante el seleccionado de Cuba, permitiendo tres sencillos y una base por bolas, mientras que solo retiró a un bateador (con un toque de sacrificio). Andy fue la primera selección general en el draft amateur de 1988, realmente era un super prospecto. Poseía una bola rápida que se hundía y un devastador slider.
En Las Mayores tuvo buenas temporadas, fue un All-Star en 1993 y el rey de los ponches de la Liga Nacional de 1994 con los Padres de San Diego. Además, en 1996 terminó tercero en la votación del premio Cy Young de la Liga Nacional al ganar 18 encuentros. En tres campañas ganó 15 o más desafíos y trabajó 200 o más entradas en cinco temporadas. Finalizó su carrera con marca de 155-139, 3.97 de efectividad y exactamente dos mil ponches propinados.
Este equipo estadounidense también contó con otro tercera base (además de Robin Ventura) de lujo, me refiero a Ed Sprague. En la Copa Mundial de Béisbol de 1988, Ed bateó .313/.421/.563 como suplente de Robin Ventura en la antesala. Fungió la mayor parte del tiempo como bateador designado, cuando Mike Fiore salía al campo. Sprague ganó la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de 1987 y fue contratado como selección de primera ronda en el draft amateur de 1988 por los Toronto Blue Jays.
Ed tuvo su mejor campaña de las 11 que jugó en las Grandes Ligas en 1996, cuando disparó 36 cuadrangulares y remolcó 101 carreras para el conjunto de Toronto. En 1999 fue All-Star de la Liga Nacional, conectó 20 o más jonrones en tres temporadas (contando la ya mencionada cifra de 1996). Además, Sprague ganó dos Series Mundiales con el equipo canadiense (1992 y 1993). Los aficionados de los Blue Jays lo recuerdan sobre todo por el jonrón ganador que disparó en el Juego 2 de la Serie Mundial de 1992.
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Charles Nagy también formó parte de la impresionante rotación del equipo norteño. En la Copa Mundial de Béisbol de 1988, Nagy ganó un encuentro y no permitió carreras limpias, su promedio de 0.00 fue el mejor del torneo. En 15 2/3 de innings lanzados soportó solo seis hits, otorgó siete bases por bolas y ponchó a 22 bateadores contrarios. Nagy no hizo el equipo All-Star de la Copa, pues Jim Abbott y Takehiro Ishii fueron seleccionados en su lugar, pero méritos también tenía el estelar lanzador diestro.
Fue contratado como selección de primera ronda en el draft amateur de 1988 por los Indios de Cleveland. En MLB se convirtió en uno de los mejores serpentineros abridores de su época e incluso llegó a ser el titular de la Liga Americana en el Juego de Estrellas de 1996. Fue tres veces All Star (1992, 1996 y 1999), ganó 15 o más partidos en seis ocasiones y trabajó 200 o más entradas en seis oportunidades. En las 14 campañas que jugó en las Grandes Ligas tuvo marca de 129-105 y efectividad de 4.51. En la temporada de 1996 fue seleccionado Jugador del Mes par de veces (mayo y septiembre).
Tino Martínez es uno de los jugadores más recordados por la afición cubana de aquel equipo estadounidense. Tiene raíces cubanas, pues es hijo de un cubano y una española. Tino fue contratado como selección de primera ronda en el draft amateur de 1988 por los Seattle Mariners. Bateó .369/.401/.615 para el equipo USA en 1987. Su promedio de bateo fue el segundo mejor del conjunto después de Ty Griffin y lideró al equipo con nueve jonrones y 38 carreras impulsadas. Los 11 dobles que conectó igualaron a Scott Livingstone con la mayor cantidad en el club y sus 35 carreras anotadas fueron la tercera mejor marca detrás de Griffin y Ted Wood.
En los Juegos Panamericanos de 1987, Tino impulsó 19 carreras en la fase de todos contra todos para empatar con Orestes Kindelán en el liderato. Él y Kindelán rompieron el récord de carreras remolcadas de los Juegos Panamericanos. Otro combo estadounidense-cubano, Jim Temp (1955) y Angel Scull (1951), habían compartido el liderato anterior. Las seis carreras impulsadas de Martínez en un solo encuentro son un récord para su país en estas lides, Tommy Mendonca empató la marca en 2011.
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Ese mismo año (1987), Tino bateó .407/.452/.796 en la Copa del Mundo, fue nombrado primera base All-Star y ganó el premio MVP a pesar de que su equipo no ganó el torneo. En la final contra Cuba, conectó dos jonrones. En la justa anotó 12 carreras, conectó seis jonrones e impulsó 21 carreras. Empató a Luis Giraldo Casanova en el segundo lugar de las carreras impulsadas detrás de Robin Ventura, fue tercero en hits detrás de Ventura y Antonio Pacheco y empató a Omar Linares en el segundo lugar en jonrones detrás de Casanova.
En 1990 Tino comenzó en Las Mayores con los Mariners y luego se unió a los Yankees, conjunto en el que culminó su carrera. En 16 campañas, anotó mil nueve carreras, impulsó otras mil 271 y conectó más de 300 jonrones. Tuvo 100 carreras impulsadas o más en seis temporadas, estuvo dos veces en el equipo All-Star, ganó un premio Bate de Plata, un HR Derby y cuatro Series Mundiales. Además, en 1991 fue el Jugador Más Valioso de la Liga de la Costa del Pacífico Calgary Cannons y tuvo nueve temporadas de 20 o más jonrones (de ellas, tres fueron de 30+ y 1 de 40+). En seis campañas remolcó 100 o más carreras.
Dentro de los jugadores que se destacaron en este equipo estadounidense también se encontraban: el lanzador Joe Slusarsksi, que llegó a lanzar 7 campañas en MLB con marca de 13-21 y efectividad de 5.18; el infielder Dave Silvestri que jugó ocho temporadas en las Grandes Ligas, aunque nunca jugó de regular. Ni siquiera llegó a los 70 imparables en toda su carrera y el promedio de bateo fue .202.
Scott Servais era el receptor titular de este conjunto, con 11 años al más alto nivel. Con los Cubs tuvo par de contiendas de 100+ imparables y en 1996 superó las 60 carreras impulsadas. En total conectó 611 hits y promedió .245 con el madero. Otro infielder destacado fue Mickey Morandini: en 11 contiendas de Grandes Ligas disparó mil 222 indiscutibles, se estafó 123 bases y su promedio de bateo fue .268. En 1995 jugando para los Phillies representó a la Liga Nacional en el Juego de Estrellas. En su carrera registró un excelente % de fildeo como intermedista (.989).
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El gigante lanzador diestro de 6.7 de estatura, Ben McDonald lanzó durante nueve años en Las Mayores, dónde forjó marca de 78-70, efectividad de 3.91 y permitiendo 8.3 hits por cada nueve entradas de labor. En 1994 fue seleccionado Pitcher del Mes (abril) en la Liga Americana, lanzando para Baltimore Orioles.
El rapidísimo Tom Goodwin logró robarse 50 o más bases en cuatro de las 14 campañas que jugó en MLB. En 1998 anotó 102 carreras y en toda su carrera conectó mil 29 imparables, 39 triples y se estafó 369 bases (66 en 1996). Brett Barbería (infielder) también tuvo su experiencia en las Grandes Ligas (6 temporadas). Promedió .271 de bateo, producto de 388 hits en 1434 veces al bate. Brett formó parte del primer equipo de los Marlins que debutó en MLB (1993).
Para finalizar nombraré tres de los más notables jugadores que participaron en el torneo de béisbol olímpico en Seúl 1988 que posteriormente tuvieron una fructífera carrera en las Ligas Mayores, ellos son:
- Matt Stairs (Canadá): 19 temporadas, 1366 H, 265 HR, 899 CI y .262 AVG. Serie Mundial 2008.
- Real Cormier (Canadá): 16 temporadas, 71-64, 4.03 PCL y 1.281 WHIP.
- Hideo Nomo (Japón): 12 temporadas, 123-109, 4.24 PCL y 1.354 WHIP. En 1995 ganó el premio Novato del Año en la Liga Nacional y fue seleccionado al Juego de Estrellas. En 2 ocasiones lideró el departamento de ponches (1995 Dodgers y 2001 Red Sox).
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