Jonrones más memorables del béisbol cubano: Daniel Lazo a Amauri Sanit

Michel Contreras

Al término de 15 campeonatos en el béisbol cubano, Daniel Lazo acumuló 223 cuadrangulares.

Al término de 15 campeonatos en el béisbol cubano, Daniel Lazo acumuló 223 cuadrangulares.

Cuando Daniel Lazo llegó al béisbol cubano, muchos se apresuraron a encasquetarle la etiqueta de “relevo de Luis Giraldo Casanova”. Aquello, un disparate cruel, tal vez haya pesado negativamente en los comienzos de la carrera del muchacho, pero lo indiscutible es que el moreno cargaba poder en las muñecas.

Así, al término de 15 campeonatos en el béisbol cubano acumuló 223 cuadrangulares, con frecuencia de uno cada 18.3 veces al bate. Su slugging arañó la barrera de .500 y el OPS de .864 da fe de la calidad de bateador del llamado “Volcán de Río Feo”.

Precisamente, uno de sus jonrones ocupa el quinto puesto en mi selección de los vuelacercas más memorables del béisbol cubano.

Ocurrió en 2002, con el estadio más importante del país como escenario. El Latinoamericano se había repletado para apoyar a un Industriales que necesitaba una victoria para extender al quinto juego su playoff contra el eterno rival occidental, Pinar del Río.

Vencida ya la medianoche, los locales gozaban de una carrera de ventaja (3×2) a la altura del noveno episodio. Y cuando todo parecía que se acababa, el camarero Enrique Díaz cometió uno de los errores más recordados en el béisbol cubano y mantuvo con vida a los de la tierra del tabaco.

De modo que le tocó el turno a Daniel Lazo, quien había producido las dos carreras de su equipo con el cuadrangular que le había pegado al abridor Yamel Guevara. Ahora, enfrente suyo estaba el cerrador de los azules, Amauri Sanit, un derecho que años después pasaría por la MLB con el uniforme de New York Yankees.

Jonrones más memorables del béisbol cubano Daniel Lazo a Amauri Sanit

antesala de un momento inolvidable del béisbol cubano

El conteo llegó a dos bolas y un strike. La multitud rugía en las tribunas y Sanit se alistaba para el siguiente envío. Daniel Lazo, como me comentó una vez, estaba convencido de que el pitcher apelaría a la recta, su mejor lanzamiento. Y acertó.

La bola rápida del capitalino llegó alta y afuera al home plate, el swing no tuvo compasión y el contacto la puso a caminar a toda velocidad hacia las gradas del right field.

Esta secuencia posterior deja ver a Kendrys Morales haciendo un infructuoso esfuerzo por evitar el vuelacercas y a Daniel Lazo dando la vuelta al cuadro sin estridencia alguna, como si no supiera que acababa de pegar un batazo histórico en el béisbol cubano.

Pasado el tiempo, el slugger me diría que esa conexión le cerró las puertas de las giras por el exterior y que su carrera terminó solo tres campañas más tarde, apenas con 32 abriles.

Pero ya nadie podía quitarle «lo bailao» aquella noche en el Latinoamericano, cuando puso a volar la pelota por los cielos de La Habana.

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