LE DIO LA ESPALDA: Cuba enterró a Frederich Cepeda y LO PRIVÓ de su V Clásico Mundial

Tomado de Facebook (Elsa Ramos Ramírez, periodista cubana)

Mas de un espirituano, y cubano también, me ha preguntado si es posible que la Federación Cubana de Béisbol podría reevaluar su decisión de excluir a Frederich Cepeda Cruz del Quinto Clásico en medio del enorme clamor popular fuera y dentro de Cuba, devenido en tácita manifestación de reclamo para que con el legendario pelotero se realice un acto de justicia.

“Debería, si es verdad, como creo, que la fuerza de un pueblo como este, está por encima de cualquier consideración”, he respondido, al tiempo que les he recomendado no albergar falsas esperanzas cuando no median ni la voluntad de rectificación, ni los argumentos suficientes para sustentar una u otra decisión.

Lo cierto es que Cuba, el país y la razón que ha defendido a través del béisbol por más de tres décadas, ahora mismo está por enterrar a Cepeda y de privarlo de concretar un sueño, tal como lo había acariciado.

Cuba no le permitirá batear una hazaña sin precedentes en el país: asistir a su quinto Clásico Mundial y ser el único pelotero cubano en lograrlo y de los dos que el mundo hubiesen podido hacerlo junto al venezolano Miguel Cabrera.

En eso pensaba mientras lo veía en el “José Antonio Huelga” donde parece, aunque no lo es, el mismo de siempre. Fuera de los contornos del estadio parte del mundo estalla, mucho más después de que ya en breve se anunciará el equipo Cuba para el magno evento.

Mas no estará, como muchos quieren, el hombre que ha defendido con los dientes y el corazón, las banderas y la dignidad de una nación que ahora le desdeña y le irrespeta, por cuenta de la Federación que debía venerarle.

Dentro de él, todo aparenta tranquilidad, sosiego, aunque se sabe, las procesiones las lleva por dentro. No quiere hablar esta vez. Quizás en lo adelante, por lo que dice, no lo hará nunca más porque al parecer Cuba también le coartó la voz y lo desecha en nombre de “objetivos técnicos”.

También porque su ética y dignidad personal, que son su escudo de vida, no le permitirían hacer ahora lo que nunca ha hecho en una limpia y pura hoja de servicios: autoproponerse para una selección en la que debió estar por encima de todo y de todos.

Le respeto su derecho al silencio y entiendo sus razones. Por eso fue una entrevista sin palabras, quizás porque todo está dicho en un rostro, un gesto, un nombre. Es más. Todo, hasta ahora, lo han dicho por él, aficionados, expertos, amigos de dentro y de fuera: le toca estar por rendimiento y por historia, esa que pregonamos en papeles y desdecimos con hechos, como ahora.

No ha sido esta la única exclusión de su carrera, aunque sí la más traumática, si tal categoría cabe, comparable con aquella del 2011 cuando, con rendimiento deportivo suficiente como ahora, fue privado de representar a Cuba en una Copa del Mundo porque había sostenido conversaciones con “cubanos emigrados”, entonces “traidores”, los mismos que ahora ocupan un puesto en los aspirantes a defender la bandera de Cepeda.

Porque todo cuanto tiene lo ha ganado a fuerza de batazos, porque su carrera ha sido una estela de superación personal, Cepeda no esperaba más que la retribución de lo que el mismo ha construido, mucho más en los Clásicos en los que ha sido incluido en el equipo de todos los tiempos con varios liderazgos ofensivos a lo largo de cuatro ediciones, records que de seguro hubiese aumentado de no ser por este “entierro” adelantado.

Por eso no creo que la opción sea la de llevarlo como invitado, primero porque suena a migajas o limosnas hacia quien Cuba le debe honores y porque, a fin de cuentas, esa categoría no le añadiría a su historial su QUINTO Clásico al no ser parte de la nómina.

Para la Federación nada parece contar, ya que no se dignó siquiera a incluirlo en una amplia lista de 50 hombres. Los conocedores del deporte saben que en un equipo existen jugadores que muchas veces por lo corto del calendario o por las propias estrategias de juego apenas salen al terreno, pero cuentan en las nóminas por lo que representan dentro de ellas por la fuerza de su talento, por el peso de su historia.

Es así. Entonces me pregunto ¿Quien será ese jugador 25, 0 28 0 30?, ¿uno de los “emigrados” que ni siquiera ha llegado a Cuba a reunirse aun con la preselección para ir formando el famoso team work? O uno de los contratados que no rindieron? Vivir para ver.

Es lo que hizo Portugal cuando llevó a su ícono Cristiano Ronaldo, casi sin jugar, a la Copa del Mundo de Qatar. O lo que hará Venezuela con su veterano Miguel Cabrera.

No se trata de si Cepeda es la salvación de Cuba en el Clásico porque la suerte del equipo está por encima de un hombre. Es que Cepeda es, el alma natural de esa selección. Con la exclusión, Cuba traiciona a su ícono, ese que es referente de generaciones enteras por su ejecutoria de entrega, compromiso, fidelidad.

Y por cierto, en esta guerra de símbolos que se avista para el Clásico con este equipo semi-unificado ¿Qué ícono quiere defender Cuba y qué paradigma sustentar?. ¿El de los peloteros que se van y ahora endiosamos como presuntos salvadores del país? ¿O el de los que apostaron contra viento y marea por este béisbol y este país que en cualquier momento los entierra?

Cuba y su Federación de Béisbol están por enterrar los sueños de su ícono beisbolero principal. Mientras, el bate de Cepeda se alista para los próximos swines, quizás porque con esos y solo con esos, ha renacido una y otra vez como símbolo natural del patrimonio viviente de una nación.

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